Según un informe hecho público por la Oficina contra las Drogas y el Crimen, de las Naciones Unidas, la culpa del incremento de violencia en los países de América Central ha de atribuirse principalmente a las drogas ilegales. Según la ONU las drogas amenazan la estabilidad política de esos países: aumento en las tasas de homicidio, fácil acceso a las armas, instituciones corruptas; todo ello debido a la implantación de organizaciones delictivas que trafican con drogas a escalas billonarias. Pero lejos de atribuir estos males a las políticas prohibicionistas llevadas a cabo hasta el momento, la ONU insiste en que es necesario redoblar los esfuerzos prohibicionistas y buscarle al problema una solución policial y militar. Antonio María Costa, responsable de esa oficina antidrogas, advierte del aumento de secuestros e incluso del auge de las compañías privadas de seguridad. “Pero no son problemas inherentes a la región”, aseguró, “sino que podrían superarse. Cuando reinan el crimen y la corrupción, el contrato social se rompe y la gente pasa a tomarse la justicia por su mano”. Para evitar que la situación se deteriore aún más, la ONU es partidaria de seguir aplicando las mismas políticas que han llevado hasta aquí, sólo que con más intensidad.
El informe admite el hecho de que el consumo de drogas en esos países es bajo, y las sustancias ilícitas producidas allí tienen como destino Estados Unidos y Europa, principalmente. Así, no son las drogas las culpables, sino las políticas represivas que se aplican allí para combatirlas. Afortunadamente en algún lugar del informe puede apreciarse el reconocimiento explícito de que la represión no siempre es solución: “Las operaciones policiales contra grupos que trafican con drogas no solventarán por sí mismas el problema, y aún podrían exacerbarlo”.
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